sábado, 19 de febrero de 2022

Lentejas digitales

 Son lentejas, si quieres las comes, si no las dejas.

Durante las últimas semanas la gente mayor (y no tan mayor) anda quejándose de la cosa digital. Pedir cita  presencial con el médico, con la administración y, sobre todo, con el banco es equivalente a que te toque la lotería. Restricciones, recortes, teletrabajo, incompetencia... Provocan que las personas se sientan como Astérix en Las doce pruebas.

La culpa no la tiene el coronavirus, ni los bancos, ni los recortes, ni nosotros... ¿O sí?

Hemos malgastado los últimos veinte años diciendo que la informática es el futuro y ha tenido que venir el coronavirus para darnos cuenta que no, que la informática es el presente. Administraciones, empresas y usuarios en un callejón sin salida.

"Es que la gente mayor..."

¿Quién es la gente mayor? ¿Los mayores de 65, 70 u 80 años? Os voy a contar un secreto: cuando la informática empieza a ser una realidad cotidiana en las administraciones y en los bancos, hace 15 años, la gente mayor de ahora tenía también 15 años menos. Con lo cual, entre administraciones, empresas y usuarios hemos malgastado, perdido o desperdiciado ente 15 y 20 años.

Después de restricciones, recortes, teletrabajo y despidos la cosa ha quedado así, para atender a gente mayor o que por cualquier causa no pueda acceder a los canales digitales. Insisto, personas que no puedan, no que no quieran, no les guste, no les apetezca o no les salga del higo.

Son lentejas. Y cuanto antes lo aceptemos y nos preparemos para ello, mejor: smartphone, certificado digital, clave PIN, tarjeta bancaria, bizum... El día menos pensado este gobierno, o cualquiera, nos anunciará la nueva cruzada contra el fraude y el blanqueo de capitales eliminando el dinero en efectivo. La tecnología lo permite, pero aún no se atreven.

"Lo de los bancos no tiene nombre..."

Claro, porque solo vemos una parte. Hace veinte años cuando ibas a la caja a sacar dinero o poner la cartilla al día, había varias chicas (sí, el 99% eran chicas) recién salidas de la universidad que iban preguntando a todo el mundo si querían aprender a usar el cajero.

¡Oh, sorpresa! Ahora aquellas chicas no están, Manolo el de la ventanilla, tampoco y, si tardamos un poco más, hasta nos quedamos sin cajero automático. El futuro era esto.